Toma de posesión de un nuevo equipo de dirección


Toma de posesión de un nuevo equipo de dirección (25 abril 2022)

Comienzo esta serie de artículos volviendo la vista atrás. Hace ya más de un año de mi ceremonia de toma de posesión como director. Resalto dos ideas que para mí eran importantes ese día, porque de alguna forma definen el estilo de liderazgo que quiero imprimir a la Escuela: por un lado, transmitir en las formas una continuidad institucional imprescindible para una Escuela como la nuestra y, por otro, marcar claramente un relevo generacional en el equipo de dirección.

Me une una relación fantástica con los cuatro últimos directores de la Escuela y me siento orgulloso de haber formado parte de los equipos de dirección tanto de Juan Santamera como de Paco Martín. De la misma forma que puedo decir que por edad, perfil y carácter tengo una visión propia y bastante diferenciada sobre los cambios que necesita la Escuela, echaré mano de sus consejos siempre que tenga oportunidad, como ha venido siendo así durante este año, especialmente en el caso de Paco y Juan, que son los que aún siguen en el día a día de la Escuela.

Quizá por mi etapa como vicerrector de internacional de la UPM, soy especialmente sensible a los gestos que tienen que ver con los cambios de liderazgo y cómo afectan a las instituciones. Un vaivén en las relaciones internacionales tiene un coste muy fuerte para cualquier institución o país. La continuidad institucional es imprescindible para la credibilidad de cualquier entidad y la hacen las personas y los gestos. De la misma forma, tiendo a desconfiar de quienes personalizan el liderazgo, pues la historia muestra la fragilidad de las estructuras que dependen en gran medida de una personalidad.

No estamos aquí para inventar una nueva Escuela de Caminos ni para salvarla de nada. Una institución como esta carga con el peso de su pasado inmediato, pero también con la complejidad de su historia. Para mí, la primera tarea es preservar esa historia, esa identidad, esa herencia. Aún asumiendo que estamos en un momento en que la Escuela necesita avanzar y afrontar algunos cambios y, sobre todo, dotarse de una visión de futuro, desde luego esos cambios no pueden exceder lo que la institución puede soportar. Ambición y cautela, teniendo siempre noción sobre los límites.

Cualquiera que haya tenido que liderar equipos sabe lo difícil que es incorporarse a la dirección de uno ya formado, sustituyendo a alguien tan carismático como Paco Martín. Por eso, y aunque me une una fuerte amistad con todos los que habían sido mis compañeros en el equipo de dirección de Paco, tomé la difícil decisión de cambiarlo lo máximo posible. Además, para afrontar los cambios que quiero introducir necesitaba un relevo generacional, que respondiera a los perfiles actuales de nuestro profesorado de mayor futuro y tuviera una mirada fresca ante los retos que tenemos por delante, aunque eso supusiera asumir una cierta inexperiencia en labores de gestión.

Como dije en la ceremonia de toma de posesión, mi grata sorpresa al volver a la Escuela después de la etapa en el Rectorado fue darme cuenta de que tenemos cerca de 70 profesores jóvenes de un nivel extraordinario que, bajo mi punto de vista, aseguran la continuidad de lo que somos. El equipo de dirección es un reflejo de eso y, después de un año, puedo decir que me encuentro rodeado de un grupo fantástico con un futuro brillante también en las labores de gestión.

Sí he de confesar que fracasé en un aspecto que para mí era importante: me hubiera gustado un equipo de dirección equilibrado de hombres y mujeres. Veníamos de los dos anteriores en que no había ninguna mujer y creía que esa era una imagen importante para la Escuela. No pudo ser. Quizá era demasiado ambicioso. Estamos más bien en el 35%, que ya de por sí supera la realidad de nuestro profesorado, pero no es suficiente. Lo cierto es que solo dos personas me dijeron que no a formar parte del equipo de dirección, y ambas eran mujeres. Entiendo perfectamente sus razones. Pero no renuncio a que lo logremos en un futuro próximo.